El conde de Almaviva ha llegado a Sevilla y quiere conquistar a la bella Rosina, pupila del doctor Bartolo. No la quiere enamorar con sus riquezas así que se hace pasar por Lindoro, un pobre estudiante. Le lleva serenata pero ella no responde así que antes de irse ve a Fígaro, el barbero más famoso de Sevilla y quien le ayudará a conquistarla a cambio de dinero. Fígaro la conoce muy bien y le dice al conde que se disfrace de soldado borracho, pues le servirá de pretexto para que el doctor Bartolo le de alojamiento en su casa.

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Pero ante la sospecha de un nuevo admirador, Bartolo pretende casarse con Rosina. Con ayuda de Basilio crea rumores falsos sobre el Conde. Pero Fígaro logra decirle a Rosina que se trata de Lindoro, un pariente que está locamente enamorado de ella. El Conde consigue hablar unas palabras con Rosina, susurrándole que es Lindoro y entregándole una carta.

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Pero Bartolo y el Conde se encuentran y empiezan a discutir hasta que Basilio, Fígaro y Berta, la criada, aparecen. El ruido atrae la atención del oficial de la guardia y sus hombres. Bartolo cree que el Conde ha sido arrestado, pero este entrega un documento al oficial y queda en libertad.

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En Conde de Almaviva reaparece en casa del doctor, esta vez como alumno de canto de Basilio, a quien sustituirá como maestro de Rosina debido a una supuesta enfermedad. Pero para no dejarlo solo con ella, el doctor Bartolo pide a Fígaro que lo afeite. Mientras va por sus útiles, el barbero aprovecha para robar la llave del balcón de Rosina, por donde los enamorados huirán. Sin embargo, más tarde Bartolo, se da cuenta del engaño: todos huyen y él monta guardia en la puerta.

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Don Bartolo manda a Basilio a buscar un notario para casarse con Rosina. Para engañarla, Bartolo le le dice que su amado se burla de ella. Cuando Fígaro y el Conde entran por el balcón, Rosina acusa a Lindoro de querer venderla al Conde Almaviva pero él se arroja a sus pies y revela su verdadera identidad. Cuando los enamorados se disponen a huir por el balcón, la escalera desaparece. Basilio entra con el notario, y es obligado a elegir entre ser testigo o la muerte. Él y Fígaro firman como testigos del matrimonio entre el Conde y Rosina. Cuando llega Bartolo ya es demasiado tarde. Finalmente, el Conde de Almaviva revela su identidad y anuncia que Rosina es su esposa.